"Ser valiente no es no tener miedo, sino enfrentarlo", escuché que decían por ahí.
Entonces, apagué la luz y cerré los ojos, sudando pánico bajo mis sábanas.
Temblaba, apretaba fuerte mis párpados dejando escapar mis lágrimas e intentaba controlar los pensamientos.
Y de pronto, llegaste y el miedo se hizo inmenso, incontrolable, salvaje.
Pero ya había aprendido a no pensar.
Pero ya había aprendido a asustar al mismo miedo.
Y jugué con mis monstruos.
Jugué con mis fantasmas.
Jugué con mis ladrones.
Y jugué con vos.
No te asustes, nene.
Esto es pura inspiración.
Si querés, te invito a jugar.
Para variar, me encantó.
ResponderEliminarMi amiga escribe de la hostia, tío!
Besos y alegrías.
G.U.