Estaba tan borracha...
que me invité a tu cama.
No dijiste que no y, diligente, me diste una remera para que use de piyama.
Te dije que era muy corta, que se me iba a ver todo y te gustó la idea.
Entraste cuando me estaba cambiando y, a pesar de todo lo que estaba por pasar, nos dio vergüenza.
Vos, tan complaciente.
Yo, tan dispuesta.
No pude seguirte.
Estaba viajando.
Era demasiada información para mi cabeza y vos
te encargaste de que también lo sea para mis sentidos.
Yo me escondía dentro de mi cuerpo.
Vos me buscabas en cada rincón.
Yo huía.
Y vos te esmerabas en que me quede ahí.
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