martes, 30 de agosto de 2011

La otra noche.

Estaba tan borracha...
que me invité a tu cama.
No dijiste que no y, diligente, me diste una remera para que use de piyama.
Te dije que era muy corta, que se me iba a ver todo y te gustó la idea.

Entraste cuando me estaba cambiando y, a pesar de todo lo que estaba por pasar, nos dio vergüenza.

Vos, tan complaciente.
Yo, tan dispuesta.

No pude seguirte.
Estaba viajando.
Era demasiada información para mi cabeza y vos
te encargaste de que también lo sea para mis sentidos.

Yo me escondía dentro de mi cuerpo.
Vos me buscabas en cada rincón.

Yo huía.
Y vos te esmerabas en que me quede ahí.


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