domingo, 4 de julio de 2010

Dos

Ella lo mira.

Analíticamente,
estudia cada uno de sus vértices.

Él la mira.
Con voracidad,
imagina cada uno de sus pliegues.

Ella se dirige a él.
Cuidadosamente,
evalúa el peso específico de cada una de sus partes.

Él se dirige a ella.
Bélico,
abandona sus manos.


Ella descifra la densidad de los líquidos que se encuentran en proceso de ósmosis,
en ese mismo momento.


Él ya no controla ninguna de sus células
y su cuerpo se hace agua.

Ella calcula la duración de un orgasmo.

Él ya no es él.

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