(julio/07)
Y miles de hormigas corrían una maratón
desde mi nariz hasta mi espalda,
pasando por cada nervio de mi columna vertebral.
Yo no esperaba nada.
Y miraba desde el fondo del agua
como el sol se desfiguraba con las olas.
Y veía los barcos pasar y sacarme la luz.
Y no esperaba nada.
Y sentía como un cardumen de anguilas invadía mi cabeza.
Y como la arena se transformaba en barro debajo de mis pies.
Y no esperaba nada.
Y la luz desaparecía detrás de una línea cambiante.
Y el agua se volvía tierra y yo abandonaba el suelo.
Y los pájaros nadaban por el cielo.
Y las hormigas invadían mis brazos.
Y no esperaba nada.
Y un espacio blanco con tonos de rojo y amarillo
no era lo único que daba luz.
Y se reflejaba en la única parte cubierta de mi cuerpo.
Y yo no esperaba nada.
Y la única luz se escondía en un punto detrás de mis ojos.
Y descubrí que no estaba en ese lugar.
Y sentí que los sonidos no eran húmedos.
Y pensé que tal vez ya no tendría que nadar.
Yo no esperaba nada.
Y no me preocupaba.
Los peces no se ahogan.
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