Mientras permanezco encima tuyo, no reconozco mi cuerpo.
El tiempo es mi tiempo... ¡Es mi tiempo! Y si mientras bailo, me tenés que esperar, me esperás. Juego con mi pelo sobre tu espalda y me gusta sentir tu piel erizarse sobre mis piernas. Casi siempre fantaseo con vos. Todo el tiempo, todo mi tiempo. Me mirás y mi tiempo se acelera, porque mi sangre va en picada. Dejo que fluya. Pienso en tu cama, en mi cuerpo, en tu cuerpo, en mi gesto, en tu boca, en mi tiempo... en mi tiempo.
No uso reloj. No me gusta. Las agujas son cohercitivas. Sobre todo cuando esperamos que llegue y nunca llega y nosotros tampoco podemos llegar. Pero espero... ¿me podés esperar?
Sabés que somos cómplices. Y cuando nos miramos, lo sabemos. Sabemos lo que nos imaginamos. Y nos miramos de reojo porque nos da pudor. Porque sabemos que los segundos pasan y nos miran espantados. Porque sabemos lo que nos imaginamos.
El tiempo es mío y me gusta dejarlo sobre tu falda. Porque imagino que soy yo, porque imagino que hacemos eso que nos imaginamos cuando nos vemos, porque sé que siempre el tiempo vuelve, porque cuando lo pienso, llueve.
No me mires así. Te voy a arrancar los ojos.
No me mires así.
El tiempo es mío.
Y? Cómo fue todo con la madre? Qué bueno lo que estás escribiendo, Lululi!!!!!! te quiero. Jujuli
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