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viernes, 9 de diciembre de 2011

Animal


Sos
bestia
instinto
animal

jadeo
hedor


violencia

El sudor que hierve.

Tus poros
chorrean sobre mi cara.
Mi pelo
es lava que se derrama en tu cuello.
Mi lengua
se multiplica en tus súplicas.
Tus cicatrices
se abren para mí.

El fuego de mis pensamientos eclosiona en tus vísceras
y las palabras que zigzagueo en tu oído van rompiendo tus costillas.

Mis manos
se desprenden de mi cuerpo
para hacerse dueñas del tuyo.

Tu pecho
se condensa.
Respirás sal.


Tus posibilidades,
en mi cadera.
Tu circulación,
entre mis dientes.
Tu aliento,
entre mis piernas.
Tus latidos,
en mi boca.

No te vayas.
No te dejes.

Sos
hábitat

neurosis

sado
morbo


amor.



Elairequeahoga.
El aire que ahoga.
El aire
que
ahoga.


martes, 19 de octubre de 2010

Ya está

Trabajo en mi computadora haciendo la misma mierda de siempre. Ella está recostada en mi cama y lee como si yo no estuviese. Le miro las piernas cada tanto y, mientras intento centrar la vista en el pantalla, me imagino mordiéndoselas.
Vuelvo a mirar y ella se ha tapado con mis sábanas. Sé que si pudiese se arrastraría por ellas con todo su cuerpo, como una serpiente enojada, provocándome, pero sabe que tengo que trabajar y respeta eso (lo cual hace que me pierda en mi imaginación mucho más).
Quiero arrancarle ese acolchado y ver sus piernas enredadas en ese vestido negro que trae puesto desde hace 3 días.
Ya está.- me muestra que ha terminado de leer su libro. Comento sobre lo rápido que lee. Aunque en realidad, me vale verga. Quiero terminar este puto trabajo para hacer todo eso que estoy pensando y no deja que me concentre.
Cuando se agacha a guardar su libro en el cajón, le miro el escote. ¡Qué increíble! Son las mejores que he visto en mi vida.
Ella me sonríe y me pide un beso que yo le doy.
Nuestros besos nunca quedan en sólo besos. Leo sus intenciones y dejo que lleve mi mano hasta su entrepierna. La toco, se moja. No puedo distraerme, tengo que terminar este trabajo para hoy.
Vuelve a acostarse en mi cama y a taparse con mis sábanas. Saca otro libro de su bolsa, lee dos páginas y comienza a tocarse.
Ya no quiero mirarla. Tengo que trabajar.
Ella, tímida, me pregunta -¿Te molesta que me toque?
Obvio no.- le contesto sin pensar demasiado en esa pregunta que intenta llevarme a la cama.
Ella casi ni se mueve, pero su respiración me cuenta todo.
Comienza a reír y, con esa falsa inocencia, me pide ayuda. ¿Cómo negársela?
Suena mi teléfono. Es Enrique. Pinche Enrique. Tengo que bajar a devolverle unas cosas. Ella ríe.
En las escaleras, sólo pienso en su cuerpo, en sus piernas, en su escote, en todo eso que no me deja en paz.
Decido finalmente posponer el trabajo y hacer todo lo que ella quiera. Por lo menos una vez, por lo menos hasta ver su cara y sentir las contracciones de todos sus músculos.
Le doy las cosas a Enrique y subo casi corriendo.
Abro la puerta y me encuentro con ella desparramada en mi cama. Me mira y sonríe. Sus mejillas están rojas y su respiración acelerada.
Se para, ríe y me dice -Ya está-. Pasa por al lado mío, me besa y entra al baño.
Mejor, vuelvo a trabajar.

sábado, 9 de octubre de 2010

Mientras dormís.

Hoy voy a confiarte mis orgasmos.
Voy a aguantar las ganas de decirte eso que no quiero decirte.
Voy a ofrecerte mi carne y a decirte que es tuya.
Voy a dejar que me comas,
que me rasguñes bien profundo hasta cortarme la piel.
Voy a susurrarte una porno al oído.

Hoy no voy a dejar de tocarte.
Voy a regalarte todas mi cavidades.
Voy a beberme tus orgasmos, sorbo a sorbo, mirándote a los ojos.
Voy a llevar tu ritmo,
veloz y constante.
Voy a desnudarte sin previo aviso.

Hoy no voy a pedir piedad.

Y cuando te acostumbres,
voy a dejarte, sin despedirme ni decirte a dónde voy.


lunes, 12 de julio de 2010

Sade


Se toca con Sade.

Cada renglón, se escurre entre sus piernas.
Una a una, las situaciones se hacen reales y ella es la protagonista.
Se encuentra a solas en un cuarto que la deja ser
y, a medida que pasa las hojas,
con sus bordes, roza sus pezones.

Se toca con Sade.
Piensa en cada partícula de esos hedores
flotando en el aire
flotando en el mismo aire que ella respira.

Su piel se traslada en el tiempo
se hace más presente que nunca.
Sus manos
intentan no controlar
y, sutil, se siente revolucionaria.

Se toca con Sade.
Yo sólo la miro y escucho su respiración chocando con la mía.

Voraz, recorre cada oración con todo su cuerpo.
Las saborea con su lengua.
Las llena de fluídos.

No le importa si estoy ahí.
No le importa ser juzgada,

no le importan los títulos de nobleza,
no le importa morir en Charenton.

No tiene discurso.
Sólo el leve movimiento que ondea su figura
que ya se pierde entre las sábanas.
No necesita sofismas.
Sus deseperantes gemidos
la liberan de cualquier prisión.

Ya no puedo pensar.

Se toca con Sade
mientras yo,
me toco con ella.

domingo, 4 de julio de 2010

Dos

Ella lo mira.

Analíticamente,
estudia cada uno de sus vértices.

Él la mira.
Con voracidad,
imagina cada uno de sus pliegues.

Ella se dirige a él.
Cuidadosamente,
evalúa el peso específico de cada una de sus partes.

Él se dirige a ella.
Bélico,
abandona sus manos.


Ella descifra la densidad de los líquidos que se encuentran en proceso de ósmosis,
en ese mismo momento.


Él ya no controla ninguna de sus células
y su cuerpo se hace agua.

Ella calcula la duración de un orgasmo.

Él ya no es él.

jueves, 24 de junio de 2010

el jardín (final)

- IV -

Los vegetales se reproducen de diferentes formas.
La forma más común es la de tipo sexual.

El infante duerme.
El jardín lo observa.

sábado, 13 de febrero de 2010

el mar.















Ella se sienta a mirar el mar.  
(Así es su relación - Sólo se miran. De vez en cuando se tientan y ella deja que él le roce los pies. Él la busca, la mira, la atrae. Ella se contiene y casi nunca cede).  

Él la mira, se acerca, le pregunta.  
-¿Qué hacés?  
Ella le contesta.  
-Nada, pienso en que las olas son como orgasmos.  

Él no sabe qué decir. 
Eso, a ella, le divierte.   


Las olas son como orgasmos.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Me gusta

Me gusta cuando me agarrás en la cama.
Nos acostamos y yo me hago la tonta, me doy vuelta y te apoyo mi cola.
A vos también te gusta buscarme mientras yo me hago la tonta. 
Me  apoyás los labios en la espalda, casi sin querer y empiezo a transpirar, sólo porque me adelanto.

Te gusta que me haga la tonta y abrazarme fuerte y romperme la boca. Te gusta que te haga pensar que no sé lo que está pasando, que no sé lo que estás haciendo. Te gusta y mucho.

A mí también me gusta.

Sobre todo, cuando dejo ese espacio entre mis piernas, cuando finalmente, volteo a mirarte y nos besamos desagradablemente. Cuando empezás a tocarme y a besarme el cuello y el pecho, pero no te dejo. 
Me gusta no dejarte.


Me gusta. (Pero sabés que al final, te dejo).


Y también me gusta cuando me aplastás con tu cuerpo y casi no puedo respirar y mientras tanto, juego con vos, con tu todo-vos y vos ya no respirás, estás en otro plano y mirás y no me podés mirar porque cada una de mis miradas te saca más el aire, pero no podés con eso y volvés a abir los ojos.


Sé que te puedo y eso me gusta.


Me gusta que siempre terminemos igual y siempre los dos terminamos. Y yo grito y me tapás la boca, porque te dan celos que alguien me escuche como vos me escuchás. Me tapás fuerte la boca. Eso me gusta.


Todo esto que pasa me gusta, 
aunque en realidad, 
nunca entienda lo que pasó.

martes, 20 de octubre de 2009

Números



Creo que sería un buen número cualquier número mayor a 2. 
Par o impar.

El colchón comienza a hervir y yo sólo pienso en números, en cantidades, en ecuaciones sin solución.

Álgebra.
Me gusta el álgebra.
Me gusta estudiarla con vos.

Pienso en números.
Todas las noches, pienso en números.
Cuando me quedo sola y no tengo a nadie que me mire ni pueda leer mis pensamientos, 

pienso en números y me inspiro.

"¿No te gustaría?"


Todavía no me animo a decírtelo. 

jueves, 15 de octubre de 2009

¿Tomamos el té?

¿Tomamos el té?
En casa, tengo té con galletitas. 
Son de esas bien ricas, para mojar hasta que se pongan blanditas.
Si querés, podés mojarlas en mi taza.
Si venís, te dejo.
¿No querés venir?

Después, podemos dormir un rato. Juntos y muy apretados, sudando té.
A las 6, sería ideal. A esa hora suenan todos los relojes de casa. Después todo queda en silencio por todo el día, así que podemos descansar tranquilos o, si querés...

No me hagas hablar. No tengo que convencerte. Sé que querés venir. 

¿Tomamos el té?

Bueno, yo te voy a estar esperando, con una taza bien grande de té y muchas galletitas.